Cuando nos encontramos ante un conflicto, ¿hacemos realmente todo lo que está en nuestras manos para solucionarlo? ¿Es posible que, sin saberlo, estemos perpetuando aquello que pretendemos resolver? El problema no desaparecerá mientras empleemos más energía en abordar los aspectos negativos de una situación que en intentar que las cosas mejoren.